Imagínate que vuelves a estar en el colegio, preparándote para un examen de francés. Esta semana, estáis estudiando los nombres de distintas frutas. Ya te has preparado tarjetas con una foto de cada palabra que tienes que memorizar (‘manzana’, ‘pera’, ‘melocotón’…) con el nombre correspondiente en francés debajo. Todas están escritas con tinta azul con una sola excepción – la tarjeta de ‘fresa’, que está escrita en verde.
Lo más probable es que, el día que vayas al examen, será muchísimo más fácil recordar cómo decir ‘fresa’ en francés, que todas las demás palabras de vocabulario. Esto se debe al efecto de aislamiento.
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El origen del efecto de aislamiento
El ‘efecto de aislamiento’, también conocido como el efecto Von Restorff, recibió su nombre del psicólogo alemán, Hedwig Von Restorff, a principios del siglo XX. Este sesgo cognitivo dicta que, en un grupo de numerosos elementos, el que sea distinto – ya sea por su color, tamaño, u otra característica básica – será notablemente más fácil de recordar. [McCallum, Cheyne W. “Attention” Encyclopædia Britannica (2015)]
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Cómo los e-commerce sacan provecho al efecto de aislamiento
Al presentar distintos productos, planes de precios, funcionalidades (o, en general, cualquier otra cosa) en tu página web, el efecto de aislamiento dicta que aquellos que destaquen producirán la impresión más duradera en los usuarios.
Conversio aprovecha este fenómeno para aumentar las tasas de conversión de uno de sus clientes de e-commerce, Whistles. Al destacar un producto en particular, ¡lograron incrementar un 3,4% las tasas de conversión de ese artículo!
De una manera similar, Amazon emplea el efecto de aislamiento para promocionar la opción de entrega con Amazon Prime:
